Casa Vacía: Poesía Gestual
Por Pedro Labra Herrera.
Cuarto Montraje del colectivo Teatro Híbrido desde su debut en 2006. "Casa Vacía" ofrece un espectáculo pequeño y simple sin duda, pero que se puede seguir con gran placer. Sintetizando libremente el guión del filme "Hierro 3" (2004), del director coreano Kim Ki Duk, logra un sugerente momento escénico de delicada y efímera irrealidad, con un lenguaje a mitad de camino entre el teatro gestual y la danza, al que se integran perfectamente la música en vivo y una intensa plasticidad.
En un espacio circular y desnudo, cinco actores-bailaines (dos mujeres y tres hombres) que animan los distintos personajes y miman los diferentes ambientes y hasta los muebles requeridos, nos cuentan en 50 minutos de imágenes sin palabras, la intrigante historia acerca de un joven que se cuela furtivamente en viviendas desocupadas sin robar nada, solo para dormir y comer en ellas. En una de esas residencias temporales se topa con una muchacha a quien su esposo maltrata, y descubre en ella su alma gemela.
Es posible que cueste entender la singular trama si no se vio antes la película, y parece difícil que las evoluciones físicas consigan explicar el carácter antisistémico del protagonista. Pero la entrega resulta ciertamente poética y sensitiva, y expresa bien el romanticismo desesperado de la aventura y su sentido onírico. Como sucede a menudo con equipos formados en la Escuela La Mancha, la ejecución es de una limpieza técnica de admirable rigurosidad.
La sugestiva música en saxofón soprano y cello de Franz Mesko (que además toca el saxo) se une a las esterillas en torno al escenario y el vestuario en blancos, azules y celestes, para generar la envolvente atmósfera entre enrarecida y zen.
El Mercurio, 5 de diciembre 2011.