El clown o payaso es una técnica teatral con orígenes en el circo y gran desarrollo en el cine clásico con reconocidos artistas como Charles Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, Jacques Tati, Jerry Lewis, Woody Allen, Mr. Bean, Cantinflas, entre otros. Lo que consolidó su presencia en el mundo del espectáculo y confirmó su gran popularidad, rompiendo fronteras al entrar en campos tan variados como la educación, la empresa, la salud o las terapias de desarrollo personal, entre otros.
Un payaso no es un actor, un payaso es un payaso. Un actor puede componer un personaje a partir de ciertas consignas dadas por el director o por la obra que este interpretando, aunque no tengan nada que ver con su propia personalidad. Pero el payaso existe ya dentro de uno, es uno mismo. Como dijo Roberto Benigni: “El actor inventa o interpreta un personaje, mientras que el payaso encarna el suyo propio” (Clownplanet.com). El clown se basa en tu propio ridículo, nace de la vulnerabilidad, sinceridad e inocencia del intérprete “los payasos, al otorgarse permiso para ser ellos mismos, restablecen el derecho de todos a ser como son” (Vigneau citado por Dream, 2020). Se trabaja desde un Estado Payaso, que implica ciertos atributos comunes como: valentía en relevar su propia naturaleza, talento para conectarse con los demás, transformar en comedia cualquier situación y convertir todo en un juego, curiosidad, espontaneidad, emocionalmente vivo, sin límites, es vulnerable, pero no frágil al contrario casi siempre animoso y positivo frente a las dificultades, se dedica a crear experiencias estimulantes, vive constantemente en el presente más inmediato.
“El clown tiene un contacto directo e inmediato con el público, no puede vivir más que con y bajo la mirada de los demás. No se hace clown delante del público, se juega con él.” Jacques Lecoq.
“Para mí, ser payaso, es una serie de técnicas y actitudes que permiten la creación de un vínculo con el público y la capacidad de contar una historia de forma que genere empatía con el público por los personajes y la historia. Porque el payaso puede hacer cosas que no tenemos permitidas, nos enseñan a nunca fracasar, el payaso debe fracasar y luego sobrevivir” Avner Eisenberg.
“La importancia de aprender del fracaso, algo común a todos, así como de reírse un poco de nosotros mismos para desmitificar la supuesta gravedad de vivir, convierten al clown en una figura que nos recuerda la utilidad del juego” Jesús Jara.
"El payaso es, sin duda, un arte que requiere niveles particularmente altos de madurez. Tenemos que aprender a ser objetivos, estar atentos, permanecer en lugares incómodos, permitir a nuestro payaso libertad de acción, atender nuestros estados emocionales, tomar riesgos calculados, mantener la calidad de nuestro trabajo, etc". Caroline Dream.
Es importante reforzar la idea de que la técnica artística del clown, así como la improvisación teatral, la mímica, la música[1], entre otras, están enfocadas como aporte y apoyo terapéutico, por tanto, el éxito de una intervención difiere de un resultado únicamente artístico donde el intérprete demuestra sus capacidades, sino qué en este tipo de programas, las capacidades del equipo están al servicio de objetivos terapéuticos, del estímulo y acompañamiento a otros.
"Los payasos trabajan con frecuencia en los hospitales como un elemento más del tratamiento de recuperación en el aspecto físico, anímico y emocional (…) Están al corriente de terapias y tratamientos, y actúan en consecuencia según la edad y necesidades del paciente. Siempre con delicadeza, y nunca por imposición, utilizan el humor como herramienta capaz de ayudar a las niñas y a los niños enfermos a luchar contra su enfermedad.
La atención se ha extendido, sobre todo, a pacientes infantiles, aunque también se ofrece a adultos y ancianos, y desde luego, también surte efecto en familiares y en el personal sanitario, necesitados también de una actividad que alivie su constante tensión". Jesús Jara, 2014.
[1] “La música es utilizada por varios payasos para cruzar el puente entre él, el paciente y sus familiares, para Aguilar-Rebolledo (2006) la música tiene efectos positivos tantos físicos, fisiológicos como psicológicos, posibilitando el desarrollo interpersonal como lo son la interacción y la verbalización en el hospital (en Sepúlveda, Herrera, Jaramillo, Anayala, 2014)” (Travers, 2015).